sábado, 18 de mayo de 2013

Tú, me invitas a viajar.

Y eran sus ojos, brillantes, los que le hacían viajar. Un día la miraba, y notaba el calor y la arena de las playas de Hawai. O era fría y distante, como si estuviera en Alaska. Le miraba y viajaba, le hacía soñar, un día en Londres lluviosa cuando llora. O una tarde por París cuando estaba cariñosa. Si estaba orgullosa, se crecía. Su mirada era alta, como los rascacielos de Nueva York,desafiantes y poderosos. Si reía se iluminaban con el sol de Barcelona. Y si se enfadaba se nublaban, se llenaban de rabia,se volvían un caos como el tráfico de China. Si estaba tranquila se trasformaban en un paseo por las calles de Florencia. 
Y cuando la besaba,era como si le bajara la Luna llena hasta sus ojos

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